miércoles, 1 de febrero de 2012

RUFINA AMAYA Y LA IMPUNIDAD DEL MOZOTE


RUFINA AMAYA
Y LA IMPUNIDAD DEL MOZOTE


 
LIC. JOSE ALEJANDRO NERIO PINEDA





RUFINA AMAYA

 

INTRODUCCIÓN


   Cada  mes de diciembre cumplen años miles de Salvadoreños, de exigir justicia ante una de las peores masacres acontecidas en América Latina, la masacre de El Mozote; y sobre todo se pide recordar para no repetir la historia.

   
El Mozote está ubicado en la jurisdicción de Meanguera, en el departamento oriental de Morazán y a unos 200 kilómetros al noreste de la capital salvadoreña.    En ésta zona, tuvo lugar una matanza entre el diez y trece de diciembre del año 1981, realizada por el ejército salvadoreño

  Como fruto de minuciosos trabajos de investigación, liderados por Tutela Legal del arzobispado de San Salvador, con la ayuda de antropólogos forenses de Argentina, lograron individualizar a 819 personas de los más de mil seres humanos ejecutados en ese lugar.

  
De estas víctimas, 449  prácticamente la mitad del total son niños y niñas, es decir, menores de 18 años; se determinó asimismo que dos terceras partes eran menores de 12 años. En otras palabras: “fue un acto de barbarie contra niñas y niños indefensos e inocentes”.

   Hace casi tres décadas toda esa región del norte de Morazán era una de las zonas bajo control del FMLN, y desde ahí transmitía Radio Venceremos, considerada clandestina por el gobierno. Causas por la cual, el Batallón Atlacatl del ejército salvadoreño arremetió en contra de éste poblado.

   Efectivos de éste mismo batallón, entrenados en bases de Estados Unidos en tácticas contrainsurgentes, también participaron en la matanza de seis sacerdotes jesuitas, a los que el gobierno acusaba de colaborar con la guerrilla.

   Ante la negativa de la justicia salvadoreña a investigar la masacre, Tutela Legal del Arzobispado y el Centro Internacional para la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) pidieron desde 2006 la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington.

  Una sobreviviente de los asesinatos en el propio Mozote, Rufina Amaya (recientemente fallecida), narró por años lo ocurrido. Ella logró escapar de los soldados aprovechando la oscuridad de la noche, pero sus cuatro hijos menores fueron asesinados.

   En El Mozote: Cuatro siluetas de metal y en negro, que representan a una familia, conservan la memoria de los masacrados y masacradas. Al pie de estos una inscripción: Ellos no están muertos. Están con nosotros, ustedes y con la Humanidad.


Monumento a las victimas del Mozote

 

PROLOGO

   No voy ha negar que desde el instante que comence ha investigar los hechos ocuridos en el Mozote, y en cada dato que leia y procesaba, muy dentro de mi crecia un sentimiento que no puedo explicar. Simplemente es difícil buscarle una respuesta a tan horrible y tan cruenta barbarie; como puede el ser humano caer tan bajo como para acecinar niños inocentes y luego calcinarlos.

   En cada lectura que he realizado a esta investigación, en cada parafo he soltado mas de una lagrima muy pero muy diferente a una lagrima de dolor. Si ha mi persona después de tantos años le afecta, como no le habra afectados a los cientos de victimas inocentes que eran masacrados frente a sus familiares y aun las personas que después tuvieron que recorrer los lugares y observar los cientos de cadáveres, No, simplemente no me cuadra en la mente como pudo permitirse tan inhumano hecho.

   Estas pocas lineas estan dedicadas a la Memoria de Rufina Amaya, pues aunque  solamente una vez puede escuchar su testimonio, su mirada estaba lejos de ella, creo que detenida en el tiempo de aquel mes de Diciembre. Escribir estas pocas lineas no ha sido facil ha pesar que mucha gente no quiere hablar del pasado, lo mas difícil es resumir tanta información que comenzo ha llegar a mis manos de mucha personas que prefieren estar en el anonimato.

   Nunca he pretendido, ni sueño, ni añoro ser un gran escritor comercial, pues escritor es cualquiera que escribe por el simple hecho de escribir, mas bien me considero un recopilador de datos, eso me enseñaron en mi alma mater y me siento orgulloso de haber sido formado en la UMA. 

DEDICATORIA

 

A DIOS TODO PODEROSO,  a mi esposa Yesenia, a mi Hijo  Bryan, a mi Angelito Gilma Patricia, a LA GRAN RUFINA AMAYA   a Susan Meiselas, Ray Bonner,  y a las voces Inocentes del Mozote.

  

NOTA DEL AUTOR
    La primera vez que viaje hacia el Oriente de el Salvador fue en 1997, apenas cinco años después de firmados los acuerdos de Paz, en aquel entonces estudiaba Ciencias Juridicas;  cursaba una materia llamada Doctrinas Políticas y el destino final fue Perquin, municipio de Morazán.

   Nuestro Catedrático de aquel entonces nos había explicado días antes, la formación política de las importantes agrupaciones, que luego seria el FMLN, ya que al ser parte el de una de ellas conocía perfectamente su funcionamiento. Este personaje además de disfrutar del buen licor, poseía esa pedagogía para enseñar que muchas personas ya traen innatas, por lo que no era difícil entender los guiones de clase, en fin llegamos ya anochecido a la Capital de la Guerrilla en los 80s.

   Si digo que recuerdo perfectamente la guerra mentiría, pues mientras tenia apenas cinco años, muchos niños de mi misma edad eran masacrados por la Fuerza Armada de El Salvador. De esa experiencia en Perkin solo me traje vagos recuerdos y un libro titulado las mil y una historia de Radio Venceremos que nunca leí  hasta muchos años después, justo cuando mi mente de Jurista comenzó a parir los primeros frutos y ha tener conciencia, cuando menos me lo esperaba ya no era un simple adolescente, ya había crecido.

  Para no aburrir a los futuros lectores me basta confesarles que de tanto leer y leer ese libro, hasta la pasta se le cayo, pero en mi corazón y mente algo despertó ha pesar que talvez  nunca imagine que volvería  a ese lugar.
   Los nunca se llegan y un día tuve que realizar por motivos de trabajos jurídicos un viaje hacia el Municipio de Oscicala, apenas a cuarenta minutos  de Perkin, a eso de las once de la mañana ya había hecho lo que tenia que hacer en la alcaldía de Oscicala y al salir alguien me pregunto que de donde era y al decirle que era de Sonsonate, solo sonrió y usted le pregunte a lo que respondió que del Mozote, acto seguido me pregunto si deseaba almorzar con el y su familia en Perkin, y el que me invita y yo que querría ir, por lo que al subir por la calle negra mi ojos no se despegaban de ver el paisaje y de imaginarme las mil batallas narradas en aquel  libro.

   Recuerdo que disfrutamos de una sopa de gallina,  que rica estaba y mas la pechuga asada, Luego de comer me dijo: Pregunte acerca de la guerra, pues desde que llego a la alcaldía observe que miraba hacia los cerros que están cerca. Me  fulmino con lo que me dijo, por lo que no acepte quedarme así  y le deje ir una ráfaga de mil preguntas, desde cuando se incorporo a la guerrilla, en donde combatió, a quienes perdió, a quienes mato. Con sinceridad contesto todas mis inquietudes y cuando menos me di cuenta ya eran las dos de la tarde y me ofreció llevarme hacia San Miguel, luego de dejarme en la Terminal, me despidió y me prometió seguirme contando la próxima vez que regresara, que nomás le avisara y que como era abogado, estaba seguro que escribiría algún día algo, que le prometiera no mencionar su nombre y su familia y que ha cambio me contaría algo que aunque no vio, con inmensa tristeza le contaron, la masacre del Mozote.

OTRO DIA
   El reloj marcaba las diez de la mañana, con partidas de nacimiento en mano, esperaba la llegada de mi buen amigo justo en la plaza de Oscicala, de repente me hicieron señas de un vehiculo todo terreno a lo que me acerque, me pregunto que si ya había comido y le dije que si, y emprendimos el recorrido después de muchos minutos llegamos a la entrada el caserío de Mozote, entramos  y luego me señalo un lugar donde habían acecinado a sus familiares, mas de quince me dijo, mi padre, mi madre, hermanos, tíos, primos, le pregunte como se salvo el, a lo que me respondió que mi padre de Crianza me salvo, el era uno de los oficiales del BIRI que cometió la masacre por Ordenes de Domingo Monterosa, no le pregunte como fue que lo salvo, pero el me  dijo que algunos años mas tarde antes de morir su padre de crianza le confeso que como era chelito se lo llevo junto con un grupo de niños hacia unos matorrales y lo escondió en una pencas, que luego regreso con otros oficiales y se llevaron ese grupo de niños siendo salvado  el, Por ética y por petición suya, no escribo todos los detalles que me confeso, pero puedo decir en resumen que regreso por el un día,  se lo llevo a casa de su mama, luego en un cruento combate se escapo del BIRI, luego emigro hacia Estados Unidos junto a el, en donde, creció, ahora es residente y que ha regresado atesorando unas fotos donde esta su padre de crianza  con el uniforme del BIRI y otras en donde están juntos los dos en California, creo que es San Francisco, pues estaba de Fondo el Puente. Incluso me confeso que siente algo raro al observar su nombre en el monumento a las victimas, y me aseguro que si puede dar fe que sacaron niños del mozote.Todas estas circunstancias y muchos viajes más hacia oriente, como por ejemplo, Cacaopera, Lolotiquillo, Joateca, Arambala y por supuesto Oscicala, Perkin y otros me han hecho escribir estas pocas líneas. Un colega me pregunto que porque viajo hacia Oriente que ningún abogado lo hace y le respondí que viajo porque me pagan por hacer lo que mas me gusta, Ser Jurista, no importa que me envíen ha traer una simple partida de Nacimiento al mas remoto de los municipios de Morazán, además porque cada viaje me permite impregnarme mas con esa tierra  bañada por sangre inocente.

   Como algo curioso me permito para finalizar contarles: fue algo que recuerdo: Mientras asistíamos a una iglesia Evangélica  de las Asambleas de Dios  en la Ciudad de Santa Ana; a finales de los ochenta juntamente con mi madre, al salir del culto unos sujetos agredieron a un miembro de la Iglesia, este resaltaba por el hecho que era de un aspecto regordete, al aparecer le llamaban hermano Jaime, entonces al llegar justo al lado de su vehiculo, por cierto de los mas lujosos, estos sujetos le asestaron varios disparos y huyeron con rumbo desconocido, el  hermano Jaime sobrevivió, a los pocos días en un diario vi. una foto de el y al pie de esta decía Director del Cuerpo de Bomberos, al momento de revisar gran cantidad de documentos e investigar lo mas relacionado con el mozote me di cuenta que aquel que habían baleado aquella noche en Santa Ana, era el mismo que fue Director del Cuerpo de Bomberos y Aquel Gordo Hijueputa, cobarde, que llego a dar las ultimas ordenes para que acecinaran a los pobladores del Mozote, este es el Coronel Jaime Flores Grijalva.

LOS HECHORES

EL BIRI ATLACATL

   El Batallón de Infantería de Reacción Inmediata “Atlacatl” y abreviadamente BIRI-ATLACATL, fue fundado a partir del 1 de marzo de 1981, según Orden General, con sede en el Sitio del niño y adscrito al Estado Mayor General (Hoy Conjunto) de la Fuerza Armada. Ocupó este Batallón, las instalaciones de la Ciudad Normal “Alberto Masferrer”, a 26 kms. Al Oeste de San Salvador, con un total de 1261 Soldados bajo el Comando del Tte. Cnel. DEM. Domingo Monterrosa Barrios.

   Se le dio el nombre de ATLACATL en memoria del héroe indígena que según la leyenda, derrotó en Cuzcatlán al conquistador Don Pedro de Alvarado, en 1524.

   El 10 de diciembre de 1981, en el caserío El Mozote, departamento de Morazán, fueron apresados por unidades del Batallón Atlacatl, sin resistencia, todos los hombres, mujeres y niños que se encontraban en el lugar. Después de pasar la noche encerrados en las casas, el día siguiente, 11 de diciembre, fueron ejecutados deliberada y sistemáticamente, por grupos. Primero fueron torturados y ejecutados los hombres, luego fueron ejecutadas mujeres y finalmente, los niños en el mismo lugar donde se encontraban encerrados. El número de víctimas identificadas en un principio excedió de doscientas. La cifra aumenta si se toman en cuenta las demás víctimas no identificadas.


  

    Estos hechos ocurrieron en el transcurso de una acción antiguerrillera denominada "Operación Rescate", en la cual, además del Batallón Atlacatl, participaron unidades de la Tercera Brigada de Infantería y del Centro de Instrucción de Comandos de San Francisco Gotera.
   En el curso de la Operación Rescate, se efectuaron, además, masacres de la población civil en los siguientes lugares: el día 11, más de veinte personas en el cantón La Joya; el día 12, unas treinta personas en el caserío La Ranchería; el mismo día, por unidades del Batallón Atlacatl, los moradores del caserío Los Toriles; y el día 13, a los pobladores del caserío Jocote Amarillo y del cantón Cerro Pando. Más de quinientas víctimas identificadas perecieron en El Mozote y en los demás caseríos. Muchas víctimas más no han sido identificadas.
   De estas masacres existe el relato de testigos que las presenciaron, así como de otros que posteriormente vieron los cadáveres, que fueron dejados insepultos. En el caso de El Mozote, fue plenamente comprobada, además, por los resultados de la exhumación de cadáveres practicada en 1992.
   A pesar de las denuncias públicas del hecho y de lo fácil que hubiera sido su comprobación, las autoridades salvadoreñas no ordenaron ninguna averiguación y    negaron permanentemente la existencia de la masacre

 

  

Helicóptero de la Fuerza Armada y Asesores Norte Americanos

UN DIA EN LA VIDA DE RUFINA AMAYA

 

   El 10 de diciembre de 1981 fue un día muy agitado para los militares. En la base aérea de Ilopango se había concentrado la totalidad del Alto Mando del ejército salvadoreño para celebrar el Día de la Aviación Militar y para graduar a 18 nuevos pilotos. El acto era presidido por los miembros de la Tercera Junta Revolucionaria de Gobierno, incluyendo los que pertenecían a la Democracia Cristiana. Pero a 160 kilómetros de ahí, en la zona norte del Departamento de Morazán, las tropas del batallón Atlacatl realizaban una operación de "limpieza" en los cantones o caseríos de La Guacamaya, Cerro Pando, Los Toriles, Jocote Amarrillo, La Joya y El Mozote.
   Mientras que los 18 nuevos pilotos eran encomendados a la protección divina de la Virgen de Loreto, patrona de los aviadores, los oficiales que estaban a cargo del operativo en Morazán daban la orden a sus tropas de decomisar y destruir todas las biblias, crucifijos y afiches religiosos. Una extraña contradicción teológica, pero no militar, porque, un día antes, los periódicos salvadoreños habían publicado que el ejército salvadoreño desarrollaría la llamada "Operación Rescate", con el fin de expulsar a los "insurgentes y marxistas del departamento de Morazán".
   La parte norte del departamento de Morazán era considera como la principal "zona roja" del país, es decir, el sitio con mayor concentración y control por parte de la milicia guerrillera del FMLN. La idea de despojar a los campesinos de sus crucifijos y biblias venía de la teoría militar de que el apoyo de la población civil a los insurgentes se debía, en gran parte, a la penetración de la Teología de la Liberación como labor de algunos sacerdotes católicos.
   El Mozote era un lugar singular. Ahí los católicos eran minoría, al contrario de todos los caseríos y cantones de los alrededores, y la Teología de la Liberación no había tenido gran impacto. Además, sus relaciones con la Fuerza Armada siempre habían sido estables porque no eran colaboradores de la guerrilla. Licho (alias), uno de comandantes guerrilleros destacado en la zona norte de Morazán, afirmó que la "gente de El Mozote nos temía".
   El Mozote contaba con unos trescientos habitantes, pero muchos otros moradores de caseríos más pequeños habían llegado a refugiarse ahí por temor a morir en fuego cruzado o para no ser ejecutados por los soldados si los llegaban a confundir con guerrilleros. La Operación Rescate había sido planeada desde hace mucho tiempo y era de gran envergadura; y las fuerzas rebeldes no estaban dispuestas a irse de manera fácil de su principal bastión: los combates iban a ser duros y recios. Los campesinos sabían eso y tenían miedo, por eso decenas de ellos y sus familias se habían refugiado en El Mozote, porque lo consideraban un sitio seguro: la guerrilla estaba ocupada en preparar una huida estratégica y era casi absurdo que en ese lugar tuvieran problemas con los militares. Pero lo absurdo comenzó a convertirse en realidad cuando un avión dejó caer dos poderosas bombas en la escuela del caserío.
Rufina oyó el llanto de sus hijos
   El Atlacatl era el mejor batallón del Ejército Salvadoreño a principios de la década de los 80. Estaba especialmente diseñado para cercar y aniquilar a las fuerzas armadas izquierdistas, sus hombres estaban mejor preparados y salían de la categoría de simples reclutas. El adjetivo calificativo de "las fuerzas especiales entrenadas por los Estados Unidos" lo acompañaba siempre que aparecía en los periódicos. Pero no era la única tropa élite que había entrenado Estados Unidos. También lo había sido el Belloso. Pero el Atlacatl tenía algo que el Belloso ni siquiera aspiraba a soñar: estaba al mando del Coronel Domingo Monterrosa, posiblemente el militar salvadoreño más brillante en el campo de batalla que ha existido, y uno de los más crueles.
   Monterrosa había planeado el operativo que buscaba expulsar a los guerrilleros de la parte norte de Morazán y recuperar el control de la zona. Él mismo le había dado el nombre: Operación Rescate. La enorme maniobra militar tenía también otro objetivo muy claro, que era eliminar a los integrantes de la clandestina Radio Venceremos, definida por Monterrosa como "un alacrán en el culo".
   No estaba solo en la Operación Rescate. Lo respaldaba  el coronel Jaime Flores Grijalva, Comandante de la Tercera Brigada de Infantería y que tenía a cargo la supervisión del operativo; por el Mayor Natividad de Jesús Cabrera y el Mayor José Armando Azmitia.
   El batallón Atlacatl ya era conocido en Morazán, pero su reputación entre los habitantes rayaba en lo cómico, al contrario de lo que sucedía en los periódicos y con la embajada norteamericana. Ocho meses antes, en el municipio de Arambala, la primera fuerza élite del batallón Atlacatl había sido derrotada por una sección de guerrilleros dirigidos por Mena Sandoval (Manolo), un capitán que había desertado del ejército. La derrota militar del flamante batallón en su primera batalla y a manos de un ex miembro de la Fuerza Armada le había valido innumerables bromas de parte de otros oficiales del ejército y de los divertidos campesinos de los alrededores: la denominación BIRI que antecedía al Atlacatl y que significa Batallón de Infantería de Reacción Inmediata se transformó durante los sarcasmos en Batallón de Infantería de Retirada Inmediata. Monterrosa, que llamaba cariñosamente a sus tropas como "mis angelitos de la muerte", no había olvidado la afrenta.
   Pero Rufina Amaya no sabía nada de esas frustraciones y odios, y jamás se imaginó que su familia y sus vecinos pagarían por la ofensa.
 


Rufina Amaya

    Rufina había nacido y crecido en El Mozote. Estaba casada con Domingo Claros, otro habitante de El Mozote, y había procreado cuatro hijos. El destino la llevaría a convertirse en una de las pocos supervivientes del caserío y testigo clave de la masacre. Su relato fue parte principal de las publicaciones de Bonner y Guillermo Prieto en los periódicos estadounidenses y  con el paso del tiempo, ha sido la principal fuente de información para los estudios que ha realizado las misiones de Naciones Unidas y de la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado.
   Un día antes de la llegada de los militares, Marcos Díaz, el dueño de la única tienda del lugar y el hombre más rico de El Mozote, había convocado a la mayoría de los pobladores del caserío para comunicarles que había tenido un encuentro con un oficial del ejército. Según Díaz, el oficial le confió que lanzarían un gran operativo militar para despejar de guerrilleros la zona norte de Morazán y que, además, le había prometido que los habitantes de El Mozote no tenían nada que temer mientras se encontraran en su casa. Rufina recuerda que "un montón de gente quería dejar el caserío, es que había un gran miedo... pero la mayoría de gente aceptó lo que él les aseguraba, porque, si dejaban el caserío, caían en el riesgo de ser atrapados durante el operativo.
   Según el Informe de la Comisión de la Verdad y por relatos de Rufina, el batallón Atlacatl entró en la tarde del 10 del diciembre al caserío y obligó a todos los habitantes a que salieran de sus casas y que se formaran en filas en la pequeña plaza del lugar. A la medianoche, se le ordenó a todos que regresaran a sus casas.
   El Mozote estaba atestado de gente, pues por el temor del operativo muchos otros moradores habían llegado a refugiarse. En total, se calcula que habían entre seiscientas y ochocientas personas, la mayoría niños.
   En la madrugada del 11 de diciembre, los soldados comenzaron a golpear furiosamente las puertas y sacaron a la gente a la calle, formaron grupos de hombres, mujeres y niños. Los hombres fueron llevados a la iglesia y las mujeres y los niños fueron encerrados en una casa. Mientras se encontraban prisioneros, un helicóptero aterrizó en la plaza. Transportaba a los colaboradores de Monterrosa: Grijalva, Azmitia y Cabrera Cáceres. En ese momento, los habitantes del Mozote comprendieron que lo que sucedía no era un simple exceso de los soldados, sino que su captura había sido planificada y avalada por un importante sector entre los oficiales que prepararon el operativo.


Letrero dejado por el Batallon Atlacatl Luego de la Masacre.

Calle desolada en el Mozote



Foto de Casa  en el Mozote, en la foto anterior, justo al fodo puede observarse esta casa en los 80s.
  
Casa de foto anterior vista desde atras
   Poco después, el helicóptero despegó y los gritos de muerte comenzaron a resonar. En grupos de cinco y vendados y amarrados de manos, los hombres eran sacados de la iglesia y fusilados. Los pocos que quedaban agonizando eran brutalmente decapitados con golpes de machete en la nuca. "A las doce del mediodía ya habían terminado de matar a todos los hombres", recuerda Rufina. Domingo Claros, el esposo de Rufina, fue uno de los primeros en morir. "Iba en uno de los primeros grupos, pero comenzó a forcejear y le dispararon. Estaba vivo, un soldado se acercó y con un machete lo degolló".
   Las mujeres no corrieron mejor suerte, excepto una: Rufina. Los soldados entraron a la fuerza en la pequeña casa y comenzaron a seleccionar a las mujeres más jóvenes. La mayoría de madres se opuso, pero fueron sometidas con golpes de culata de fusil o a patadas. Algunas, para horror de los niños y las mujeres, fueron asesinadas en el mismo lugar. Las jóvenes fueron llevadas a las afueras del caserío para ser violadas. Un testigo que ha permanecido en el anonimato durante todo el proceso de investigación, un hombre obligado a servir como guía por los oficiales del Atlacatl, reconoció que las adolescentes fueron violadas durante todo ese día. "Los soldados hablaban sobre las violaciones. Contaban y bromeaban sobre lo mucho que les habían gustado las niñas de doce años". Después de violarlas, los soldados las mataban a tiros o las decapitaban.

Victima semi enterrada en el Mozote
   Las mujeres fueron asesinadas con el mismo método practicado a los hombres: se les transportaba en grupos de cinco y se les fusilaba; posteriormente se decapitaban los cadáveres o a las agonizantes. En el penúltimo grupo iba Rufina, pero dos de las mujeres que iban con ella armaron una trifulca, pidiendo a gritos por su vida y tratando de huir. Rufina aprovechó la confusión y escapó. Permaneció toda la noche escondida y pudo ver cómo los soldados terminaban de matar a las mujeres y a todos los niños, incluso a los recién nacidos. Después permaneció escondida ocho días en una cueva cercana a El Mozote, hasta que fue hallada por una tropa de guerrilleros que la recogió, le dio atención médica y la transportó a un campo de refugiados. Antes de que Rufina se marchara, el equipo de prensa de la  Radio Venceremos la entrevistó y el 24 de diciembre publicó la noticia de la masacre. La Junta de Gobierno y la Embajada de Estados Unidos declararon que el informe "era propaganda izquierdista" y que "provenía de fuentes consideradas no confiables". La voz de Rufina sería permanentemente acallada durante once años más.

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